A partir del siguiente texto estudiamos hechos y opiniones, que expresa el Editorial, uno de los tipos de textos argumentativos:
Editorial
El Temple de Del Potro.
Han transcurrido varios días y todavía está fresco en el recuerdo de los aficionados al deporte de todo el mundo el varonil llanto vertido por Juan Martín del Potro cuando el punto decisivo concretó su victoria en el campeonato abierto de los Estados Unidos. No era impropio ese desahogo. A los 20 años, acababa de obtener uno de los cuatro títulos más importantes de ese deporte, después de vencer en un reñido cotejo final al suizo Roger Federer, ganador de esa competencia en los últimos cinco años y, sin dudas, uno de los más grandes tenistas de todos los tiempos.
Pero lo importante será, en este caso, al margen del elogio estrictamente técnico, no perder de vista la singular demostración de temple y entereza que brindó Del Potro durante todo ese certamen y, especialmente, en el encuentro decisivo.
Hasta esa jornada, su desempeño fue brillante, sin más, e incluso vapuleó a otro fenómeno tenístico, el español Rafael Nadal. No obstante ese lucido antecedente, en el comienzo de la final pesaron sobre sus hombros, fue evidente, la grandiosidad del escenario, la multitudinaria concurrencia y la calidad de su oponente. Así y todo, Del Potro se irguió anímicamente y recuperó posiciones. Y, finalmente, esa entrega le dio el mejor de los frutos: conquistó merecidamente la sonrisa del éxito.
Ese nivel de tenis no está al alcance de cualquiera. Del Potro llegó a él empeñosamente y con admirable perseverancia. Lleva muchos años de su aún corta existencia fatigando canchas, tanto en las competencias como en exigentes jornadas de preparación. Y no se infiera, erróneamente, por supuesto, que lo hace porque la retribución será cuantiosa, sino porque el tenis es su vocación y Del Potro, está a la vista, pertenece a la raza de quienes entienden que a la vocación hay que sustentarla con el esfuerzo.
Tampoco ese temple singular es fruto de la mera circunstancia, porque se trata de una convicción vital. Del Potro así lo siente y así lo practica, como también acaba de demostrarlo en Puerto Rico otro extraordinario deportista, el basquetbolista Luis Scola.
Por todos esos motivos, Juan Martín del Potro se ha convertido, sin proponérselo, en un ejemplo para todos sus contemporáneos, ya sea para quienes cotidianamente estudian, trabajan, hacen deportes o no los hacen, aman y sueñan un país mejor, o para quienes han errado el camino y han elegido la senda facilista de ir tirando merced a la prebenda interesada o recalado en la droga o el delito.
Muchísimos adultos están hoy sumidos en el desengaño y la frustración por el presente que vive nuestro país. Miran el horizonte y no encuentran que en él despunten confiables señales de mejoría. Sin embargo, esta hazaña deportiva y cómo fue redondeada debería alentarlos a recuperar sus esperanzas. Juan Martín del Potro les demuestra que hay una juventud en la que se puede y debe confiar: su integridad moral, su fortaleza mental y la transparencia de su comportamiento y sus intenciones son la prueba cabal de que no todo está perdido o corrompido en esta Argentina en que vivimos.
Para contextualizar sobre la vida del deportista, te ofrecemos este video:
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